El viento mece las ramas,
la lluvia suena incesante,
no olvidaré aquel instante
que confesaste que me amas.
¡Que raro hechizo derramas¡
tus ojos, dan con su brillo
cariño puro y sencillo,
por ese rostro sonriente
que cunde toda mi mente:
¡ante ti, yo me arrodillo!.
martes, 4 de septiembre de 2007
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